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Mermeladas Santa Sara: un pecado saludable

por 15:06
Les traemos un delicioso dato para endulzar los días en que todos te dicen "te vas a enfermar por ser vegan"o "¿por qué comes plantas si ellas también sienten?", para todos esos días vas a tener un frasco de Mermeladas Santa Sara te la comes a cucharadas y respiras hondo.
La creadora de estas ricas mermeladas fue apodada como Santa Sara porque baila música gitana y vivió un tiempo con los gitanos en la India, en Rajastan.

Santa Sara, la protectora de los gitanos guía los sabores de estas mermeladas, emprendimiento que nació hace un año y que destaca por ocupar solo fruta de temporada (nada de congelado), cero conservantes, colorantes ni saborizantes, ni nada de refinado, endulzados con azúcar morena de caña, de esa mojada, olor a regaliz.

Conversamos con la creadora de estas mermeladas para que nos contara más de su emprendimiento

¿Cómo surgió la idea de vender Mermeladas?
Siempre he hecho mermeladas, conservas, pestos a final de verano con mi familia en Italia. Vengo de una tradición familiar ligada a la cocina. Mis bisabuelos y abuelos estuvieron administrando un gran restaurant famoso en toda Italia (Villa Sorriso) durante los años 60-80, de hecho ahí dí mis primeros pasos. De mis abuelos y mis padres he aprendido muchos secretos sobre la combinación de los sabores y sobre la magia de la naturaleza. Siempre tuvimos alguna huerta, grande o pequeña que fuera, no recuerdo verano sin sacar tomates de la planta, sin haberlos visto ser rama, hoja, flor y de ahí aparecer verdes, chicos, para ir haciéndose tímidos y luego rojos y jugosos, listos para el plato ¡Es una magia! A los 18 años empecé a viajar, por motivos de estudio, trabajo, amor, siempre más lejos del hogar de origen, cocinar me ayudaba a matar la nostalgia. Empecé haciendo pan en Venezia y con el tiempo integré todo el resto: mermeladas y pestos, para acompañar mis inviernos con los ricos sabores de verano, con esa energía.

Hace un año me decidí por un cambio de vida hacia un trabajo más independiente y relacionado con la salud y me pareció buena idea empezar a vender mermeladas. También para promover una alimentación sana y rica a la vez y demostrar que es posible no comprar en los supermercados (Casi no meto pie en los supermercado) hay que decir que mis padres además de educarnos hacia una comida sana siempre han sido activos defensores del medio ambiente y por eso también suelo comprar al gramo, a veces yendo directamente con mis contenedores de la casa.
Cuando llegué a Santiago me asusté, pensé que nunca podría llevar un estilo de vida sano y respetuoso del ambiente pero me organicé y la verdad ¡es posible! y todo esto está en mis mermeladas. Me preocupé de buscar contenedores reusables, de vidrio, y normalmente (hasta 15 kilos de compra) voy a comprar en bicicleta (unos 8 km de mi casa), llenando mochila y alforja (algunas pocas veces me acompañan en auto para compras grandes)

¿Cuáles son los productos que has ido incorporando a través del tiempo?
Inicialmente hacia mermeladas de frutas de verano (durazno, ciruela, frutilla, higos), pero empecé a buscar nuevos sabores y de a poco incorporé verduras (cebolla, morrón, ají, zanahoria, tomate negro, betarraga) y de ahí fui investigando en la creación de sabores con naranja-chocolate y albahaca- manzana (las estrellas), arándano-frambuesa, zanahoria-ron, frutilla-menta-gengibre, limón-gengibre, manzana-rábano, higo-nueces, frutilla-merkén, también hago de membrillo, me encanta investigar sobre los sabores y estoy dispuesta a colaborar con cocineros/restaurantes que estén en la misma búsqueda ¡tengo muchas sugerencias de combinaciones riquísimas!

¿Cómo ha sido la recepción de la gente?
Primero lo que les sorprende es ver mermeladas de verduras, me preguntan si son saladas, luego les sorprenden las mermeladas picantes, también me preguntan sin son saladas, pero todos se quedan encantados.
El sabor  es algo muy subjetivo, así que hay quien se entusiasma por sabores más tradicionales como los de frutas, quien por lo “exótico”, como cebolla o morrón, y quien para los experimentos, como naranja-chocolate o manzana-albahaca. Estoy descubriendo que hay alguna asociación entre la tipología de persona y el sabor elegido, por ejemplo la de betarraga es la favorita de los adolescentes ¿curioso no?

¿Cómo proyectas a Mermeladas Santa Sara en el futuro?
Me gustaría vender en tiendas y cafeterías, incorporar una línea cosmética. Mi familia, allá en Italia, hace unos años empezó a producir jabones, cremas, ungüentos, aceites para masajes y pastas de dientes naturales con productos del campo donde viven (desde las flores hasta la ceniza de la misma leña con que calientan la casa). Mi padre es químico farmacéutico y por eso, además de informarnos sobre las malas consecuencias de los alimentos refinados, estuvo siempre produciendo cremas y jabones para la familia, hasta que por un cambio de vida involucró a mi madre y mi hermana en una empresa de cosmética natural con mucho éxito, se llaman Duecentodiciassette-Cosmesi. Estoy aprendiendo y de a poco iré incorporando esos productos sanos y muy eficaces para el cuidado del cuerpo.
En el futuro (quizás no lejano) me veo dar charlas sobre la alimentación sana y consciente y en general sobre lo que significa un estilo de vida saludable, que no es nada del otro mundo, me gustaría incorporar conocimientos desde la ayurvedica para poder proponer a cada quien su sabor-medicina Soy instructora de yoga, y quizás en algún momento en mi misma academia iré vendiendo todo esto: eso daría mucho sentido a mis mañanas por estar participando activamente del proceso de evolución del ser humano, en la toma de conciencia sobre el valor que tiene el cuidado del cuerpo, del medio ambiente y del alma de las cosas.

¿Dónde se pueden encontrar tus productos?
De momento en las ferias o por internet.
Facebook: Mermeladas Santa Sara
Instagram: mermeladassanta
De repente organizo degustaciones por mi iniciativa o porque me solicitan.

¿Qué le dirías a los lectores de No Vivo de Pasto?
Quería destacar que detrás de esos frasquitos que uno ve en la feria hay un estilo de vida ante todo practicado y experimentado sobre mi misma desde mi infancia y que por elección de adulta quise seguir y promover. Lo que quiero transmitir es la propuesta de una alimentación sana y rica, respetuosa de los ciclos naturales de las estaciones, con atención al medio ambiente y una alternativa real al consumo de productos industriales. El amor de que se habla sobre los productos de pequeña escala es real: la fantasía y creatividad que se mueven para elegir los colores de la etiqueta, la forma del frasco, los sabores nuevo, las conversas con los vendedores y los consumidores, los kilómetros en bicicleta, la magia de la cocina.
Mientras produzco estas mermeladas suelo escuchar música, desde la clásica, a la música griega, india, jazz, cantautores italianos, rock argentino, un poco de todo, lo que me guste en ese momento. Estos son ingredientes invisibles pero no menos importantes. A veces leo poemas o me quedo contemplando el milagro de cada uno de estos preciosos frutos de la tierra, con sus colores, olores, su densidad o liviandad, cada una con su personalidad y eso es lo que uno finalmente come.
Deseo con mis mermeladas aportar a un mundo conectado con la naturaleza, la de la tierra y la del ser humano, la de los ciclos de las estaciones, la del amor propio. También deseo aportar a una conciencia sobre la alimentación y sobre el valor de los productos caseros frente a lo de la industria: la mermelada del supermercado es seguramente más barata pero no se puede considerar “alimento”. Todo lo que haya sido sometido a algún tipo de elaboración/refinación va perdiendo su aporte nutricional, por eso no ocupo azúcar blanca, ni rubia. Muchas neo-madres buscan mis productos porque en la mayoría de los casos recién cuando una mujer se embaraza y después cuando empieza a hacerse cargo de la alimentación del bebé (ya desde la lactancia) van dándose cuenta de cuantos aditivos hay en los productos industriales. La urgencia de volver a comer acorde a la naturaleza de la tierra y del ser humano tiene que ver también con el destino de nuestros cuerpos tras la muerte de los mismos, ya ni se descomponen por tantos conservantes absorbidos durante la vida. Creo que ya hay que darle un stop. Acá alguna info al respecto: los muertos ya no se descomponen
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